domingo, julio 26, 2009



Historias de Milano (VII):
Leonardo.
Eran aproximadamente las cinco de la tarde de un día de junio, yo salía del Parco Sempione donde había descansado un rato y me dirigía al Corso Magenta, con la difícil misión de ver La última cena, de Leonardo da Vinci. En la guía se invitaba a reservar la entrada con días de antelación incluso, así que mi idea era la de investigar un poco, ver la Iglesia de Santa Maria delle Grazie, y con suerte conseguir una entrada para días venideros. Pasé por la casi mironiana Piazza Cadorna -donde vi a dos modelos muy guapas que portaban maletas con ruedas, seguramente habrían llegado a la Stazione Cadorna minutos antes para algún desfile de moda. Como siempre, dudé entre perseguir a las supermodels o contemplar arte cual turista ávido de cultura. No sin cierto pesar me incliné por la idea inicialv programada, ver arte es una inversión, me engañé a mi mismo para estar conforme, ignorante yo aún de que el destino me deparaba otro encuentro casual con aquellas modelos, pero esa es otra historia. Dejando a mano derecha la Via Leopardi y luego la Via Vincenzo Monti uno se encuentra en el Corso Magenta y tras andar unos quinientos metros y esquivar una manifestación, creo que motivada por los resultados de las recientes elecciones europeas, llegué a la Iglesia de Santa Maria delle Grazie. En Milán hay muchas y muy hermosas iglesias, algunas de ellas con aspecto casi catedralicio, pero para mi la más impactante es ésta cuyos tribuna, claustro y pórtico frontal son obra de Bramante. Entré por un lateral en la iglesia llegando al puesto de souvenirs donde pregunté a quien parecía ser un párroco. Con tono casi caricaturesco pero sin muestras de enfado -más bien de cansancio ante las preguntas absurdas de los turistas- me indicó que la pintura de Leonardo estaba a la salida de la iglesia por la puerta principal, a mano derecha, en el Refettorio. Junto a la plaza estaba dicho anexo con un cartel anunciador "Cenacolo vinciano". Ante mi sorpresa saqué una entrada por el precio de 6,5 euros para sólo media hora después. No había sido tan difícil. Entramos unas veinte personas como si a la cámara de seguridad de un banco se tratara. Una vez en la enorme y desnuda sala pude contemplar el increíble fresco de Leonardo durante quince minutos. La obra, bien conocida, representa el momento en que Jesucristo anuncia que uno de los apóstoles le ha delatado y fue pintada entre 1495 y 1498. Los grupos de tres figuras significando la Santisima Trinidad, la perspectiva del cenáculo que continua las paredes del Refectorio, la luz que emana de las ventanas del fondo coincidiendo con la posición de Jesús, la estudiada postura de cada una de las figuras, y la tensión que se ha creado entre los asistentes que contrastan con la tranquilidad expresada por el nazareno, entre otras muchas virtudes, convierten esta última cena en una obra maestra de la historia de la pintura. Como si de un germen de motivos pictóricos se tratase pude ver otras "Últimas cenas" en Milán, como la de Rubens o la de Veronese en la Pinacoteca de Brera, y todas ellas, de gran calidad, parecen mirar a la de Leonardo como ineludible referencia. Frente al Leonardo se encuentra una crucifixión de Donato Montorfano, una hermosa pintura a la que no se pueden dedicar más de un par de minutos, tan atrayente es la cena de Leonardo que cuando quieres darte cuenta ya te están echando del lugar. Bajo el mecenazgo de Ludovico el Moro Leonardo pasó una primera temporada en Milán de 1482 a 1500 cuando pudo pintar La virgen de las rocas, La dama del armiño, y La última cena, y además dedicarse a sus inventivas técnicas, y una segunda en 1508 en la que trabajará en el cuadro de Santa Ana, la Virgen y el Niño. Ya se ha comentado en este blog el retrato del músico existente en la Pinacoteca ambrosiana y que probablemente represente a su amigo el compositor Franchino Gaffurino, siendo el único retrato masculino existente de Leonardo. Otra obra que hay en Milán de Leonardo es el techo de la sala delle Asse donde el pintor de Vinci pintó un motivo decorativo entre las dos ventanas representando una raíz retorcida y que en cierto modo recuerda a los arabescos decorativos del movimiento Arts and Crafts de William Morris de finales del XIX. Dentro de un campo menos artístico se encuentra en Milán el Museo nazionale della Scienzia e della Tecnologia "Leonardo da Vinci", el museo de Ciencia y Tecnología más importante de Italia, y ubicado en un antiguo Monasterio del siglo XV. Aquí se pueden ver multitud de reproducciones con los dibujos de Leonardo junto a maquetas de los mismos. Hay un largo pasillo dedicado exclusivamente a Leonardo y sus invenciones (puentes de emergencia para formaciones militares, artilugios para fondear el río, aparatos para volar...), sus dibujos anatómicos y sus proyectos militares de defensa. A mediados del pasillo se pueden admirar algunos Luini, como el de la foto arriba. De alguna forma la pintura de alumno de Leonardo iluminaba los ingenios del maestro, dotando al lugar de una magia especial. En la Piazza della Scala, entre el Ayuntamiento de la ciudad y el Teatro de la Scala, se encuentra la estatua de Leonardo, escoltado por cuatro de sus alumnos, presidiendo el palpitar cultural de la capital lombardesa.

miércoles, julio 15, 2009



Historias de Milano (VI):
Monet, Tacita Dean.

Tuve oportunidad de ver en Milán algunas exposiciones temporales realmente interesantes. Una de ellas en el Palazzo Reale, ahora en obras y que será futura ubicación del Museo del Novecentto. Hasta entonces allí sólo hay exposiciones temporales. Tres había cuando estuve en Milán. La más interesante la de Monet: Il tempo delle ninfee, que recoge una buena cantidad de cuadros de la época de Monet en Giverny, y procedentes todos del Museo Marmottan de París, un museo dedicado a Monet y que curiosa y lamentablemente aún no he visitado en la capital francesa a pesar de haber estado alllí varias veces -¡pero es que París absorbe mucho y nunca hay tiempo para nada! Es en 1890 cuando Monet se traslada a Giverny, al norte de París, y donde va a preparar un jardín extraordinario que servirá de modelo para su gran producción de esos años. La muestra recoge 20 cuadros de Monet y algunos grabados de maestros japoneses (hasta 60) como Hokusai e Hiroshige, provenientes del Museo Guimet, en París también, ya que Monet sintió predilección por el arte japonés y le influyó enormemente en sus composiciones, pues le dio muchas claves en la representación de la naturaleza y del paisaje. En la última sala hay una serie de preciosas fotografías del siglo XIX de jardines japoneses. La capacidad de Monet para prever la llegada del expresionismo abstracto es impactante y el colorido, la ausencia de horizonte, y de referencias espaciales, en estos cuadros de lirios de agua (Ninfee de 1907, Stagno con ninfee, de 1919, Ninfee de 1917), puente japonés -una extraordinaria serie donde la luz de las distinas horas del día convierten al mismo motivo en cuadros absolutamente diferentes-, y otras imágenes del jardín como La barca de 1897, nos confirman a Monet como el gran predecesor de artistas como Pollock, donde la pintura priva sobre lo representado, y la luz, el color, y la materia adquieren personalidad propia. El resultado es una espectacular exposición con múltiples textos en italiano e inglés, y que, aunque un poco cara, 9 euros, mereció la pena visitar. Otra exposición temporal interesante tuvo lugar en otro palacio, esta vez en el Palazzo Dugnani, en pleno Giardini Publici, y de acceso gratuito. Tacita Dean es una joven artista (nacida en Canterbury en 1965) que nos ofrece una muestra de video arte con varias obras que combinan la multiplicidad de proyecciones con la inmovilidad de lo filmado. Por ejemplo en Still Life (Naturaleza muerta), rueda en blanco y negro en el estudio de la Via Fondazza de Bolonia de Giorgio Morandi, donde éste vivió y trabajó durante 50 años. Tacita Dean lo define como "el pintor que pudo pintar el polvo", y dice de su experiencia en el estudio de Morandi: "La milagrosa opacidad de sus objetos pintados se encontraba allí en los propios objetos". Resultó curioso ver este video de los objetos de Morandi, allí, quietos, viendo pasar el tiempo, caerles el polvo. yo había ido a Milán a ver cuadros de Morandi entre otros artistas italianos, y me encuentro indagando en el meollo de la cuestión gracias a la obra de Tacita Dean. Otros videos son "Mario Merz", donde el artista italiano de arte povera se sienta en su jardín de su casa de la Toscana y simplemente está allí, sin contestar a preguntas ni nada. O el perturbadorMerce Cunningham Performs Stillness, de 2008, donde el vetusto bailarín está sentado y escuchando una pieza de John Cage. Lo malo de la exposición fue que en el Palacio Dugnani hacía un calor tremendo y uno estaba deseando pasar a la siguiente sala con lo cual muchas proyecciones no las vi enteras, así que no sé si al final Cunningham se mueve de la silla, o Merz dice algo interesante.

viernes, julio 10, 2009


Historias de Milano (V):
En la Galleria d´Arte Moderna.
Después de dar un paseo por el parque más grande la ciudad, el Jardín Público Indro Montanelli -con la figura dorada del escritor y periodista en la entrada del mismo-, podemos salir a Via Palestro y entrar en la Galleria d´Arte Moderna, ubicada en la Villa Belgiojoso Bonaparte, un palacio donde vivió Napoleón en 1802, frente al Museo de Historia Natural. También conocido como Museo dell´Ottocento en sus primeras salas se puede ver una buena colección de esculturas neoclásicas de artistas como Canova (Ebe), Schadow (Filatrice) o Pompeo Marchesi (Vamicia piange). Pronto empezamos a descubrir cuadros de italianos del siglo XIX como Incendio in porto de Fidanza (un fuego tan enardecido como los del infierno del Bosco), la Vendetta de D´Azegio (que recuerda a algún grabado de Goya por la desolación del asesinado en el camino): la hermosa Odalisca de Mussini (foto); o esa Susana y los viejos que es morena y obra de Sogni. También alberga la Villa -donde hace mucho calor y desde cuyos ventanales podemos observar el jardín trasero, un lugar donde en aquellos momentos unas jóvenes modelos posan con trajes de época para alguna publicación de moda- algunas obras de Hayez, el pintor romántico nacido en Venecia autor de El beso y que dirigiera la Academia de bellas Artes de Brera en 1850 -su figura preside un jardincito en un lateral de la Pinacoteca. Y si en la Pinacoteca Ambrosiana veíamos una Maddalena bellísima, con el hombro desnudo y un giro de la mano absolutamente imposible, en este museo está otra Maria Maddalena, de 1825, rubia y completamente desnuda, con una calavera en su regazo y portando una cruz de madera, así como su conocida Melancolía. Otros pintores que decoran las paredes de esta Villa son Mosé Bianchi -con su sensual Cleopatra-, Bernasconi (Bice del balzo); o Feragutti (Visconti). Preciosa y enigmática es la escultura de Pietro Magni, la lectora (Leggitrice), y muy interesantes son las salas dedicadas al escultor Marino Marini. Una buena colección de Induno (¿el Fortuny italiano?) con pinturas como Scuola di Sartive, Incendio, L´Antiquario, Studio figura femminile, y de Segantini (Dea dell´amore, la entrañable Due madri -foto-, y L´angelo della vita). Finaliza la visita al primer piso el Pelliza da Volpedo, Fiumara. Al comienzo de la visita en recepción te prestan una guía con las obras expuestas -ya que algunas no están tituladas-, pero atención, esta guía solo se ocupa del bajo y del primer piso, y puede pasarnos lo que a mi, que me fui del museo sin ver la segunda planta, donde están expuestas muchas obras que irán al museo del novecento y que temporalmente se exhiben en esta Villa Real -es lo que deduzco, igual estoy equivocado. Dos días más tarde y ante mi inquietud por no ver suficientes Boccioni o Morandi volví a la Galleria y confirmé lo que me temía, que existía un segundo piso (la colección Grassi). Como el museo es gratis la verdad es que me llevé una alegría ante esta circunstancia, de modo que dediqué otra tarde a ver el resto del museo, y donde puede verse como curiosidad al inicio un Fortuny (Retrato de Sorolla). Es importante la colección de pintores macchiaioli, seudoimpresionistas italianos ocupados en "manchar" el cuadro -de ahí el sobrenombre-, y en cuyo grupo se engloban artistas de pintura rural tales como Fattori (Cavallo nero, Cavalleggero, de 1890), Silvestro Lega (La fienaiola, Passa il viatico), o Boldini, más afrancesado y con títulos impresionantes como Busto di giovane donna con fiore, l´americana, o Via di Parigi, de 1883. Frente al Cavalleggero de Fattori no pude evitar acordarme del militar de El desierto de los tártaros de Buzzati, volviendo a la ciudad, quien sabe si para quedarse definitivamente y salir de una vez por todas de la fortaleza del desierto. Vemos algunos fauvistas como Bonnard (grande Bonnard con su Interno de 1912) o de la etapa francesa de Gauguin (Paessagio in Bretagne) e impresionistas como Renoir o Manet, tambien un Van Gogh. Un singular bodegón de Ensor (Natura morta, de 1890) y una sala repleta de carteles de Tolouse Latrec. También dibujos de Corot y de Paul Cesar Helleu (Hellen Helleu, La Contesse de san Martino). Varios cuadros de Armando Spadini, pintor cuyo estilo se debate entre el impresionismo y el expresionismo, con una gran riqueza matérica y de colorido y dibujo excepcionales (Bambini e fiori de 1922, Alberi e construzioni, de 1919, Viale a Villa Borghese, de 1913, Via Paisiello, de 1919, Anna in bianco, de 1918, o L´edera de 1922), y de Antonio Mancini, un autor perteneciente al movimiento verista y que trabara amistad en París con Sargent y conociera a gente como Degas y Manet (Ragazzi de 1883, la políticamente incorrecta Bambina nuda, La lacrima de 1900 y el fabuloso cuadro In campagne de 1921). Por fin algunos Boccioni (Testa y Riratto della madre), otro futurista como Balla (Autorritratto, Cipressi, Velocitá d´automovile y Fidenzata a Villa Borghese), aunque su cuadro más famoso Joven corriendo en un balcón estaba prestada a una exposición y no pude verlo. Por último reseñar algún que otro Morandi, paisajes y naturalezas muertas evidentemente, como Natura morta de 1948 y Paessagio de 1934. Me gustó el paisajista Arturo Tosi del que hay unos cuantas cuadros como Campagna con alberi de 1909, Paessaggio de 1908 y Vallata. En general fueron dos visitas muy productivas a un museo que recorre el XIX italiano y que además depara alguna que otra sorpresa como esos dibujos de Corot y algunas obras del siglo XX.

domingo, julio 05, 2009

Pinacoteca Ambrosiana.


Historias de Milano (IV):
Pinacoteca Ambrosiana.

Desde la Piazza del Duomo se llega rápidamente a la Biblioteca Ambrosiana, la cual alberga la segunda colección más importante de arte antiguo de Milán. Fundada en 1607 por el cardenal Federico Borromeo la biblioteca fue abierta al público en 1609 y sería visitada en lo sucesivo por personalidades como Stendhal o Flaubert. La pinacoteca se vería enriquecida con el paso de los siglos por sucesivos donaciones consiguiendo una extraordinaria colección repartida en 23 salas. Es un museo agradable, de disposición de las obras espaciada y que se recorre con tranquilidad ya que no es muy frecuentado por los turistas. La primera pintura que me impactó fue la Sacra Famiglia con Sant´Anna e San Giovannino, de Bernardino Luini, el alumno aventajado de Leonardo. Su técnica de sfumato es muy parecida a la del de Vinci y el rostro de Santa Ana guarda un gran parecido con la del propio Leonardo del Louvre de tal manera que incluso en alguna ocasión alguna voz experta ha sugerido la posibilidad de que el cuadro del Louvre sea obra de Luini. Un maravilloso Botticelli nos espera en la sala 2: La Virgen del pabellón. Recién restaurada la Madonna del Padiglione de Sandro Botticelli es de una "policromía luminosa y transparente tanto en los vestidos de los ángeles como en el paisaje del fondo" -según folleto. Pero en esta misma sala se encuentra un auténtico y enigmático cuadro de Leonardo da Vinci: El músico, uno de los pocos retratos del maestro del Renacimiento. Un músico del que desconocemos la identidad, con un bonete rojo, largos rizos y mirada fija pero ausente -hacia un lateral del cuadro, evitando la posición del espectador-, porta en la mano derecha lo que parece una partitura. También en la sala 2 está la Madonna con il bambino e devoto de Pinturicchio, una obra que hizo que se me saltaran lágrimas de la emoción -tal es la belleza de la joven virgen, de boca pequeña y rasgos casi orientales. Varios cuadros me gustaron antes de llegar al plato fuerte del museo. Tres obras de Bramantino "uno de los pintores más profundos y enigmáticos del renacimiento milanés, particularmente fascinado por los problemas prospectivos y simbólicos", según el folleto de la pinacoteca. Así están Madonna, San Ambrosio, SanMichele; Cristo in pietá; y Adorazione, el primero con unos increíbles escorzos -uno de ellos ¡un sapo gigante!-. En la sala 5 y tras ver un bonito y colorido Bassano (Reposo en la huida de Egipto) nos espera el cartón preparatorio de Rafael para La Escuela de Atenas del Vaticano, con unas dimensiones de 285 x 804 cm. Es un dibujo impresionante del de Urbino donde no aparece la figura de Miguel Ángel como Heráclito, y esta es la gran prueba de que fue añadido a posteriori en el fresco último. Allí están todos esos filósofos "reencarnados" en personajes de la época: Platón como Leonardo, Arquímedes como Bramante a la derecha, el propio Rafael como Apeles, en la esquina derecha, hasta la hermosa Hipatia de Alejandría, en el lado izquierdo, tras Parménides. Es una pena que no se conozcan las supuestas identidades -de la época- de la mayoría de los representados. Aún así el dibujo es estremecedor. Había una exposición del autor italiano autodidacta del siglo XX Federico Quatrini con dibujos y esculturas muy interesantes -cercanos al futurismo. Luego hay unas salas que recogen obras de artistas del XIX como Mosé Bianchi (In barca, Casa dil pastore, Cavalcanvaro -muy cercano al postimpresionismo luce una paleta de gran colorido), Longoni (Chiusi fuori scuola), Hayez (preciosa Maddalena con el hombro desnudo más bonito que nunca haya visto), o Induno (Vecchio con cane, Ragazza alla fonte). También hay algunas obras del contemporáneo Guido Pajetta (muerto en 1987) como la inquietante Scena cinematografica o un Autorritrato expresionista -retazos de una exposición retrospectiva que tuvo lugar en la propia Ambrosiana. Otra gran sorpresa para mi fue encontrarme un Van Orley, un pintor flamenco que se convirtió en una auténtica obsesión para mi a partir de la escritura de mi relato "Kovalski y el Van Orley", un texto que ponía de manifiesto la pequeñez del ser humano con respecto al arte en general. Se trataba de la magnífica Virgen con el niño frente a una fuente, y el cual me hizo pensar en lo extraño de la vida, ya que el año pasado estuve en Bruselas y no reparé en ningún Van Orley, siendo este artista natural de allí, y que fuera a partir de un cuadro ¡del Prado! -y en una reproducción, ¡después de que he estado unas ocho veces en el Prado!-, cuando lo descubriera y que además no haya sido hasta encontrarlo en Milán cuando he podido disfrutar de su arte inigualable. Otro descubrimiento para mi fue la de la sutil y delicada obra de Andrea Schiavone, el manierista veneciano del siglo XVI. Además hay esculturas de Canova, Thorvaldsen y Schadow. Para terminar hay que mencionar el bodegón con frutas de Caravaggio (Canestra di frutta, en la sala 6), un auténtico festín para la mente -y para el estómago.

Web de la Ambrosiana: http://www.ambrosiana.eu/