sábado, febrero 20, 2010

Jan Steen en Memorias del señor Schnabelewopski, de Heinrich Heine.




Heinrich Heine nació en Düsseldorf en 1797, y murió en París 1856. Aunque fue poeta también escribió obra en prosa como las deliciosas Noches florentinas, y las grotescas y divertidas Memorias del señor Schnabelewopski que empiezan así: "Mi padre se llamaba Schnabelewopski, mi madre se llamaba Schnabelewopska; como hijo legítimo de ambos nací el 1º de abril de 1795 en Schnabelewopsk." En este relato se aprecian rasgos de lo que será en un futuro la narrativa surrealista de Gogol y Kafka y posteriormente incluso de Gombrowicz y Cortázar, el sentido del humor de Mendoza y Tomeo en pleno siglo XX, e incluso la erudición de viajero de Sebald y Nooteboom, así como la rica utilización de un lenguaje eminentemente poético que lo convierten en un auténtico virtuoso de las letras. Pero éste no es el blog de literatura, por favor, así que vayamos a la pintura.
"La casa donde yo me alojaba en Leyden fue en un tiempo habitada por Jan Steen, al que considero tan grande como Rafael. También era igualmente grande como pintor religioso, y esto habrá de verse el día que la religión de la alegría arranque el triste crespón de los rosales de la tierra y puedan por fin los ruiseñores cantar con júbilo sus arrebatos largo tiempo secretos.
Pero ningún ruiseñor ha de cantar nunca tan alegre y jubiloso como Jan Steen ha pintado. Nadie tan profundamente como él ha comprendido que en esta tierra siempre ha de haber una eterna fiesta; él comprendió que nuestra vida es sólo un beso multicolor de Dios y supo que el Espíritu Santo también se revela espléndido en la luz y en la risa.
Y Jan siempre fue un buen chico. Cuando el viejo y severo predicador de Leyden se sentaba a su lado junto al hogar y pronunciaba un largo sermón acerca de su vida alegre, su conducta divertida y poco cristiana, su afición a la bebida, su administración irregular y su pertinaz recocijo, Jan le escuchaba durante dos horas completamente callado, sin dar síntomas de la menor impaciencia por la larga amonestación, y sólo al fin le interrumpía diciendo: "Sí, dómine... La iluminación quedaría mejor... Sï, por favor; dómine, gire usted un poquito la silla hacia la chimenea para que la llama lance su reflejo rojo sobre todo el rostro y el cuerpo quede en la penumbra..." El dómine se levantaba furioso y se marchaba. Jan cogía inmediatamente la paleta y pintaba al viejo y severo padre tal como había estado posando de modelo, sin suponérselo, en actitud de sermonear. El cuadro es excelente y está siempre colgado en mi alcoba de Leyden."
Jan Havickszoon Steen nació hacia 1625 en Leyden y murió allí mismo en 1679. Algunos historiadores lo han catalogado de aficionado a la bebida, por así decirlo, pero otros historiadores -o quizás los mismos, estamos en lo de siempre- argumentan que un artista con más de 8000 cuadros no podía estar todo el día bebido. Bueno, no sé qué decir, que se lo pregunten a Bacon o Pollock. El caso es que Steen regentó una taberna y en ese ambiente, claro, se puso a pintar escenas de taberna, ¿qué malo puede haber en que estuviera un poco achispado cuando trabajaba?". El dómine lo ponía verde, por supuesto.


Según Prater: "Su estilo es fluctuante, unas veces pinta como Ostade o Brower y otras como De Hooch, Terborch o Vermeer, pero su tema es siempre la debilidad y necedad humanas -tratadas con humor e ironía- cuya moral y verdad oculta él expone como un Moliére de la pintura."
Me viene a la cabeza, inevitablemente, su casi compatriota, el antuerpiense Frans Hals, con sus inolvidables escenas de borrachuzos vividores.
Sigue Heine, cuya obra comparte con la pintura de Steen muchas características: "Después de haber visto tantos cuadros de Jan en Holanda, me parece como si conociera su vida entera. Sí, conozco a toda su parentela: a su mujer, a sus hijos, a su madre, a todos sus primos, a sus enemigos y demás parientes, sí; los conozco semblante por semblante. Todos esos rostros nos saludan desde sus cuadros y una colección de los mismos sería una biografía del pintor. Éste ha grabado a menudo con una sola pincelada los más profundos secretos de su alma."
Por momentos me parece estar leyendo a Nooteboom, con esa especial habilidad para fusionar la vida real con la pintura observada, que no es otra cosa sino un espejo de nosotros mismos, en ocasiones más acertado
que la propia visión de nuestro yo que ostentamos entre sombras equívocas. Demonios, qué digo, me estoy volviendo tan loco como Schnabelewopski.
"¡Cuántas veces en mi vivienda de Leyden he evocado durante largas horas las escenas caseras que allí debió de vivir y sufrir el excelente Jan! Muchas veces creí verle en persona, sentado junto a su caballete, cogiendo de vez en cuando su gran jarro de asas, "pensando y luego bebiendo y de nuevo vuelta a beber sin pensar". Él no era un espectro triste, sino un espíritu de la alegría, moderno y claro, que, aún después de muerto, visitaría su taller para pintar cuadros alegres y beber."
No me extraña que estuviera tan alegre, ¡si estaba todo el día adorando al dios Baco!
En el Thyssen de Madrid hay una memorable Boda campesina de 1653, que recuerda a cuadros de campesinos de Peter Brueghel. Tambien hay un autorretrato con laúd de 1652-65 -cualquier parecido con un Hals es ¿casualidad?-, y una Escena de taberna de 1661-65, de la que dice Ivan Gaskel en la web del museo: "Es probable que Steen pintara la obra que aquí comentamos después de trasladarse de Warmond, cerca de Leyden, a Haarlem, donde ya vivía en 1661. Esta composición a base de personajes en un interior, en la que uno de ellos se mantiene al margen del grupo y domina visualmente la escena, también aparece en el cuadro de Steen titulado El bebedor solitario, en Northampton (MA). Estas obras probablemente eran la reacción de Steen ante el trabajo que en aquel momento estaba realizando en Haarlem Adriaen van Ostade, como por ejemplo su Interior de taberna de la colección del Museo Thyssen, fechado en 1661. Lo más probable es que el presente lienzo fuera pintado inmediatamente después de esa fecha."
Y mis lectores dirán cómo se ha interrumpido tan bruscamente la serie de Notas a Viaje a Italia de Goehte -o bien les importará un pimiento, o bien ni repararon en este hecho-, y yo les diré que posiblemente sea porque todo está relacionado, porque Heine menciona Viaje a Italia en Noches florentinas: "Por eso cuando se estaba con Bellini en sociedad su proximidad infundía siempre un cierto temor que, por un encanto terrible, repugnaba y atraía al mismo tiempo. A veces sus involuntarios calembours eran simplemente divertidos, y por su grotesca falta de gusto recordaban el palacio de su compatrita el príncipe de Pallagonia, que Goethe, en su Viaje a Italia, describe como un museo de barrocas incongruencias y monstruosidades arbitrariamente reunidas".
En fin, que tanto Heine, como Goethe, como Viaje a Italia, como Noches florentinas, como Memorias del señor Schnabelewopski, como la pintura de Jan Steen pertenecen al patrimonio artístico de la humanidad. Y nosotros que lo disfrutemos.