domingo, octubre 02, 2011

El banquete de Cleopatra, 
de Giovanni Battista Tiepolo.
Precedente.
Los frescos del Palacia Labia de Venecia tienen un antecedente en la Villa Cordelina, en Montecchio Mayor, que pintara Tiepolo en 1743, según R. Corti, por ejemplo en La familia de Darío delante de Alejandro, en el Museo Nacional de Estocolmo. Según este autor también: "Entre 1747 y 1750, Tiepolo lleva a cabo en Italia su más famoso ciclo de frescos: La historia de Marco Antonio y Cleopatra para el Palacio Labia en Venecia, labor en la que cuenta con la importante ayuda de Mengozzi-Colonna, al que se debe la extraordinaria arquitectura dentro de la cual se desarrollan las escenas. La grandiosidad de los temas, los cortejos fastuosos, los paisajes que superan los límites de la propia pared, reflejan un barroquismo espectacular completamente alejado de la realidad."
Es pues una obra anterior a su magistral trabajo en el palacio de Würzburg, hacia donde parte en 1750.
Además del fresco del palacio Labia existen otras dos pinturas con este motivo, en Melbourne, El banquete de Cleopatra, de 1743, y en Raleigh en el North Carolin Museum of Art, El banquete de Cleopatra y Antonio, entre 1747 y 1750.
Gombrich.
"En el siglo XVIII, los artistas italianos fueron principalmente soberbios decoradores de interiores, famosos en toda Europa por su habilidad en los estucos y en sus grandes frescos, que podían transformar cualquier salón de un castillo o de un monasterio en el escenario propicio para un fastuoso espectáculo. Uno de los más famosos de estos maestros fue el veneciano Giovanni Battista Tiepolo (1696-1770), quien no solamente trabajó en Italia sino también en Alemania y España. La ilustración muestra una parte de su decoración en un palacio de Venecia, realizada hacia 1750. Representa un tema que dio a Tiepolo todas las oportunidades de desplegar alegres colores y vestidos suntuosos: el banquete de Cleopatra."
La historia.
Según Gombrich: "El asunto trata del festín que dio Marco Antonio en honor de la reina de Egipto, el cual tenía que ser el nec plus ultra de la fastuosidad;los platos más famosos se sucedieron uno tras otro en serie interminable; pero a la reina no le causaron impresión alguna, por lo que desafió a su orgulloso huésped diciéndole que ella lograría un plato mucho más costoso que cualquiera de los que él le había ofrecido. Tomó una célebre perla de sus pendientes, la disolvió en vinagre y bebió el brebaje a continuación."
Según Elizabeth Benchey: "Para demostrar la gran riqueza de Egipto, se dice que Cleopatra apostó con Marco Antonio acerca de quien iba a ser capaz de gastar una suma mayor en un ágape. Como Marco Antonio era tahúr por naturaleza (algo que probablemente Cleopatra sabía), aceptó la apuesta. En consecuencia, la reina ordenó que se sirviera una comida extravagantemente opulenta. Cuando Marco Antonio discutió sobre lo que se había gastado ella, Cleopatra se quitó un pendiente, hizo valorar la perla que contenía por los asesores de Marco Antonio y cuando éstos declararon que su valor era superior a la cifra que se estaba discutiendo, puso la perla en un vaso de agua y se la tragó." No podía haber una demostración más evidente de la vasta riqueza de Egipto y de su voluntad de ponerla disposición del romano (mientras se atendieran las demandas de ella, claro está)."
Observamos como hay significativas diferencias entre ambas versiones, la del historiador del arte y la de la historiadora a secas, en cuanto al origen del banquete, en cuanto a la intención de usar la perla y en cuanto a la forma de ingerirla.
La obra.
Según Gombrich:
"En el fresco de Tiepolo vemos a Cleopatra mostrando la perla a Marco Antonio, mientras un sirviente negro le presenta una copa de cristal."
Según Kovalski:
Se aprecian 4 planos espaciales:
1. Los escalones por donde sube el bufón (enano velazqueño) y está sentado el perrito, parece que ladrando al enano.
2. La escena principal, con la mesa y los comensales alrededor. Se distinguen dos grupos de figuras, a la izquierda los marconantonistas y a la derecha los cleopatristas (perdón por la terminología). Vemos de cara a los dos protagonistas, junto a Cleopatra el sirviente negro en primer plano, tras la reina un consejero con turbante blanco, y tras ellos se ven las cabezas de dos soldados con cascos y lanzas. Evidentemente la vestimenta de Cleopatra no corresponde a la de una reina egipcia -transmutación cronológico-costumbrista-. En el lado del romano, de espaldas, sentado un personaje que parece un sacerdote, detrás de ellos y de pie tres figuras que parecen nobles y también en último plano otro sirviente negro vestido de igual forma que el que hay junto a Cleopatra.
3. En un piso superior hay un pasaje elevado -sostenido por unas columnas que permiten la vista de un paisaje al fondo-  por el que transcurren dos grupos de figuras, el primero, a la izquierda con tres músicos, dos flautistas y un laudista. A la derecha dos científicos o matemáticos o constructores consultan unos planos, otro personaje que parece sacerdote -como el de la mesa- les da la espalda, un sirviente negro le sirve y otro músico se encuentra casi tapado tocando una trompeta.
4. Paisaje del fondo. Un obelisco en el centro, dos escarpadas montañas falnquedas por sendas esculturas divinas femeninas y un cielo que aún no se adivina crepuscular.
Observación crítica de Gombrich.
"Frescos como éste debieron ser muy entretenidos de pintar y, al contemplarlos, resultan agradables de ver. Sin embargo, antes estos fuegos artificiales advertimos que poseen valores menos permanentes que las creaciones más sabias de épocas anteriores. La gran edad del arte italiano, estaba tocando a su fin."
Observación crítica de Kovalski a observación crítica de Gombrich.
¿Entretenido de pintar? ¿Agradable de ver? Verdaderamente patinó Gombrich al emplear estos "decisivos" argumentos a la hora de enjuiciar una obra de arte. Ya me guardaría yo de corregir al ilustre señor Gombrich, ¡y nada menos que en su referencial Historia del Arte! pero alguna duda se me plantea al leer su comentario -reforzado por cierto pasaje de Cees Nooteboom relativo a su estancia en el palacio de Würzburg y narrado en su magnífico libro El enigma de la luz (reseñado en este blog: el-enigma-de-la-luz.), pero quien no pudo soportar tanta fastuosidad)- respecto a su justicia. Es decir, cómo valorar, juzgar, criticar en definitiva una obra alegando una comparación con tiempos anteriores. Si nos pusiéramos así ningún pintor resistiría la comparación con Velázquez. Creo que en la época en la que surgieron estos "fresquistas" italianos su manera de obrar estaba absolutamente condicionada por los exultantes barrocos italiano y flamenco -y Velázquez, claro- anteriores, y pienso humildemente que su forma de actuar fue en algunos casos absolutamente genial -léase Tiepolo, Giordano, o el doblemente tocayo de Tiepolo, Gaulli-, y más teniendo en cuenta que tenían que soportar el enorme peso artístico de Miguel Ángel y Rafael. Pero bueno, si Gombrich lo dice por algo será.
A mi Tiepolo me parece uno de los pintores más fascinantes de la historia del arte. Remito a los lectores del blog al libro de Roberto Calasso, El rosa Tiepolo, comentado en este blog (los-scherzi-de-tiepolo-el-rosa-tiepolo)